Entre el arte y la cerveza IV

VISITA AL CASTILLO DE NEUSCHWANSTEIN

   Y llegó uno de los momentos más esperados del viaje, la visita al Castillo Neuschwanstein, también conocido como el Castillo del Rey Loco. Para visitarlo, nos dirigimos a la estación central de Munich donde cogimos el tren hasta Füssen, previamente habíamos comprado el billete Bayern- Ticket, es un billete colectivo que pueden utilizar hasta cinco personas y que por el precio de 29 euros te permite viajar ilimitadamente por toda Baviera durante un día. Para evitar picarescas hay que escribir en el billete el nombre de uno de los pasajeros y la localidad final a la que vas a viajar.

En el tren camino de Füssen

Vacas pastando en los verdes prados

   En el trayecto de algo más de dos horas, la esencia del paisaje bávaro se va asomando a través de las ventanas del tren, llano al principio y según nos vamos acercando a Füssen se va embelleciendo poco a poco,  cambiando a un paisaje más verde, de  bellos valles, escarpadas montañas, centenares de abetos que resisten las duras condiciones metereológicas del invierno bávaro y todo ello, salpicado de  las casas típicas de la zona alpina a la que nos estábamos aproximando. En todo el trayecto hacen acto de presencia las omnipresentes vacas, pastando libremente en los verdes prados por los que van discurriendo las vías del tren.

Casa típica alpina a dos aguas

Abetos en un paisaje de montañas

   Cuando el tren recorre los últimos kilómetros, somos testigos de una maravilla de la naturaleza, el Lago Alpsee, que aparece rodeado de un paraje único, las montañas alpinas.  Y en el lento traqueteo final del tren, ya casi llegando a nuestro destino final, aparece a lo lejos entre las montañas y como si se tratara de un cuento, el Castillo del Rey Loco.

El lago Alpsee rodeado de montañas

Llegamos a la estación de Füssen

    Llegamos a la estación de Füssen en un día soleado y con muy buena temperatura, justo a la salida tomamos el bus 78 que en veinte minutos nos dejó en Hohenschwangau, la base para iniciar la subida al castillo. En Hohenschwangau nos encontramos con varias casas típicas alpinas, como las que habíamos observado desde el tren, que albergaban restaurantes y tiendas de souvenirs. Caminando unos metros desde la parada del bus está el Ticketcenter, donde se venden las entradas para los Castillos de Neuschwanstein y Hohenschwangau, estuvimos dudando si comprarlas o no, sabíamos que era un tour guiado de media hora por el interior del castillo, que no se diferenciaba mucho de otros castillos y en la que te prohíben sacar fotos. Por todo ello, decidimos visitar por nuestra cuenta las dependencias de libre acceso del castillo y prescindir del tour. Para subir al castillo del Rey Loco, existen tres opciones, a pie, que es la que nosotros elegimos  treinta minutos de suave subida y que no ofrece ninguna dificultad, además si necesitas reponer fuerzas, en el trayecto hay un restaurante y algún puesto de comida ,  en bus o en coche de caballos.

El bus 78 te acerca a Hohenschwangau

Casas alpinas en Hohenschwangau

 

El castillo entre montañas

  El Castillo de Neuschwanstein fue mandado construir por el Rey Luis II de Baviera. En una carta escrita en  mayo de 1868 y dirigida a su admirado Richard Wagner, le revelaba las verdaderas intenciones sobre la construcción del castillo, " Tengo la intención de hacer reconstruir la vieja ruina del castillo de Hohenschwangau en el desfiladero del Pöllat al estilo auténtico de los antiguos castillos alemanes, y tengo que confesarle que me alegra mucho poder llegar a habitar allí algún día (en tres años); varias habitaciones de invitados, desde las que se disfruta de una panorámica magnífica, con el majestuoso Säuling, la cordillera del Tirol y más allá la llanura, serán acondicionadas confortablemente y con carácter acogedor; Vd. le conoce, a ese mi admirado huésped que quisiera alojar allí; el lugar es uno de los más bellos que se puedan encontrar, inaccesible y sagrado, un templo digno para el divino amigo, por el que florece la única gloria y la verdadera bendición del mundo. También encontrará reminiscencias de "Tannhäuser" (Sala de los Cantores con vistas al castillo de fondo), de "Lohengrin" (patio del castillo, corredor abierto, camino a la Capilla); en cada detalle será este castillo más bello y acogedor que el castillo de abajo, el de Hohenschwangau, que cada año se profana con la prosa de mi madre; se vengarán los profanados dioses y arriba estarán con nosotros en alturas escarpadas, envueltos en el éter." 

   

Vista del castillo desde Marienbrücke

   Los trabajos para el futuro emplazamiento del Castillo comenzaron en el verano de 1868, utilizándose los medios técnicos y de materiales más modernos de su época. Eduard Riedel fue el arquitecto del proyecto que adaptó las ideas del escenógrafo para decorados teatrales de Munich, Christian Jank. La primera piedra se colocó el cinco de septiembre de 1869, pero la envergadura del proyecto y la dificultad de construir sobre la montaña, hicieron imposible la intención que tenía Luis II de finalizar las obras en el plazo de tres años. Luis II de Baviera sólo pudo ver en vida el castillo en obras.

Castillo de Neuschwanstein

   

Luis II de Baviera

   Luis II de Baviera, nació en 1845, hijo de Maximiliano II de Baviera, ascendió al trono en 1864 a la edad de diecinueve años. Desde el inicio de su reinado tuvo un conflicto de identidad entre "lo conveniente" y sus sentimientos íntimos. Odiaba los deberes que le imponía el cargo de soberano, buscando siempre la soledad, llegando incluso a perder el contacto con los altos mandatarios del estado bávaro, con sus ministros y secretarios de estado. En sus cuadernos secretos, en los que escribió toda su vida revelaba su lucha continua contra su homosexualidad, teniendo un gran sentimiento de culpa. Su tío, el príncipe Luitpold de Baviera hizo que le declarasen oficialmente loco, confiscando sus cuadernos secretos, poniéndolo en manos de médicos, encerrándole en el Castillo de Berg y llevando la regencia del Estado desde 1886. Desde esa fecha incluso castigó con pena de cárcel la homosexualidad. El trece de marzo de 1886, Luis II murió en extrañas circunstancias en el lago Starnberg.

   Y después de los apuntes históricos que nos acercan un poco más a la figura del promotor de esta obra y sobre todo, a los motivos para emprender su construcción, llegamos a los pies del Castillo de Neuschwanstein, allí se encuentran dos miradores, uno de ellos  tienen unas espectaculares vistas del Lago Alpsee, el cual habíamos podido ya admirar en el trayecto en tren y también de los pueblos colindantes. Justo enfrente han construido una plataforma que culmina en un  balcón con vistas al castillo, pero en esos momentos estaba el sol encima y dejamos para la vuelta su visita.

Lago Alpsee

Entrada principal al castillo

   Accedimos al castillo, después de subir una pequeña cuesta, por la majestuosa entrada principal, flanqueada por dos torreones y pasamos al patio central, rodeado de una hilera de arcadas y que se hallaba en aquellos momentos atestada de gente esperando a ser llamados para iniciar la visita guiada y que, inevitablemente, rompía la magia del momento. Subimos por unas escaleras situadas a la izquierda que comunican con la planta superior y desde allí contemplamos el interior del castillo, pero una vez has contemplado la majestuosidad del edificio por fuera, es la imagen con la que te quedas.

Patio central

En medio del bullicio en el interior del castillo

Detalle de una de las fachads del castillo

   Al salir, nos encaminamos a Marienbrücke, el puente de María, para llegar hasta allí hay una buena caminata y no queda otra que seguir subiendo, dejando siempre a nuestras espaldas el castillo. Desde el puente se tienen. sin ningún género de duda, las mejores vistas del Castillo. El puente fue construído en el siglo XIX por Maximiliano II en madera y reemplazado por Luis II durante la construcción del Castillo utilizando hierro. En 1984 ha sido restaurado en su totalidad, conservando únicamente las barandillas originales. Marienbrücke cuelga sobre el barranco de Pöllat, a noventa y un metros de altura, si se tiene vértigo, conviene no mirar mucho hacia abajo, además cuando pasa alguien por el puente notas las pisadas en el suelo del puente,  pero todo ello se compensa con las maravillosas vistas que se tienen sobre el castillo.

Vista del castillo desde Marienbrücke

Vistas desde el balcón

   Después de haber disfrutado de las panorámicas que nos ofrecía el puente de María, volvimos sobre nuestros pasos para acceder a la plataforma que culmina en el balcón con vistas al castillo y que habíamos dejado pendiente anteriormente, aprovechando que ahora había menos gente y que el sol había cambiado de posición, desde él también se tienen unas buenas vistas del castillo de Neuschwanstein. Cuando estás delante de él es cuando realmente sientes que es un castillo de cuento, rodeado de un paraje natural excepcional y que le da ese aire especial y no solo yo pienso así. Walt Disney se inspiró en él para diseñar el Castillo de la Bella Durmiente.

Con vistas al castillo de Neuschwanstein

Castillo de Hohenschwangau

   En el paisaje de Hohenschwangau, también se encuentra el Castillo de Hohenschwangau, construído donde se situaba la antigua fortaleza de Schwanstein del siglo XII, que quedó en ruinas con la guerra del Tirol. Siendo príncipe Maximiliano II adquirió la propiedad en 1832 y un año más tarde se empezó la reconstrucción, finalizándose las obras en 1837. Domenico Quaglio fue el arquitecto encargado de la obra y a su muerte las obras fueron retomadas por Ziebland y Ohlmüller. De estilo neogótico, consta de cuatro plantas, erigidas sobre cimientos medievales y flanqueada por cuatro torres angulares. Fue la residencia de la infancia de Luis II y luego a lo largo de su vida, también residió en el castillo durante varios años. Pudimos verlo de camino al otro castillo, pero no llegamos a acercarnos, porque no teníamos tiempo para ello.

Castillo de Hohenschwangau en un paraje sin igual

Casa típica de los Alpes

   Finalizada la visita a los castillos, iniciamos un rápido descenso hacia Hohenschwangau y después de entrar en alguna tienda de souvenirs, nos fuimos hasta la parada de autobuses, donde tuvimos que esperar un buen rato hasta que pasó el bus que nos acercó hasta Füssen, nuestra próxima parada.

En Hohenschwangau