La Antigua Guatemala, sus calles empedradas nos
hablan de su historia y sus edificios delatan su pasado colonial. Fundada en
1543, durante la época de las colonias recibió el título de la ciudad más bella
de las Indias, debido a su maravillosa arquitectura. Destruida por dos
terremotos en 1773, han querido dejar
una huella viva en sus edificios más importantes, al conservarlos en estado de
ruina.
Hoy La Antigua Guatemala es una
bella ciudad que alberga en su centro histórico, iglesias, conventos,
monasterios y casonas familiares con sus encantadores patios porticados que
evocan su rico pasado colonial y que
forman un conjunto monumental impresionante, lo que motivó su declaración como
Patrimonio de la Humanidad en 1979.
Ubicada en un valle rodeado por tres volcanes, el del Agua
es el más visible desde cualquier punto de la ciudad, y montañas en las que se
cultiva café. El cerro de la Cruz y el
de Santo Domingo, conforman dos miradores con vistas privilegiadas sobre la
ciudad.
Tras un largo vuelo de casi 12 horas de duración, llegamos
puntualmente al aeropuerto de la Aurora en la ciudad de Guatemala. Una vez
pasado el control de aduana y recogido el equipaje, accedimos al vestíbulo del
aeropuerto donde se encuentra un pequeño stand de turismo, allí nos surtimos de
varios folletos y planos sobre los principales destinos turísticos de
Guatemala, todos ellos gratuitos y muy recomendables, ya que en algunos lugares
como el Parque Nacional de Tikal, te cobran 2 euros por un simple plano o en
otros lugares, resulta imposible conseguir información turística. Además, nos
orientaron sobre el precio del transfer hacia la Antigua, ente 10 –8 dólares
por persona, que tomaríamos minutos más tarde.
En el mismo vestíbulo, a pocos
metros del stand de turismo, se halla el puesto de venta de billetes para La
Antigua Guatemala. Sin fuerzas para regatear, pagamos 10 dólares por persona y así fue
como nos subimos en una van que nos acercó en 1 hora y 15 minutos hasta la
Antigua. Camino de la Antigua, comprobamos en primera persona el colapso del
tráfico en ciudad de Guatemala, así como una de las tónicas de la capital
guatemalteca, hombres armados, alambradas y rejas para evitar los frecuentes
asaltos, todo ello nos provocó una mala impresión sobre la ciudad, quitándonos las
ganas de visitarla.
Nuestra base en La Antigua Guatemala sería el hotel Juma Ocag, bien emplazado, con wifi y personal muy
atento, recomendable. Tras un pequeño descanso en el hotel, con la ilusión de
descubrir lo que deparaba nuestro nuevo destino y para combatir los efectos del
jet lag, ocho horas de diferencia con España, tuvimos la primera toma de
contacto nocturno con la bella ciudad de la Antigua. Bajo una luz tenue recorrimos las calles de esta
hermosa ciudad colonial y nos acercamos hasta el Parque Central, el centro
neurálgico de la Antigua y donde observamos los vestigios de la Catedral y su
preciosa fachada iluminada. Antes de caer rendidos en los brazos de Morfeo,
caminamos por las calles empedradas del centro histórico para conocer una de
las estampas más fotografiadas de la Antigua, el Arco de Santa Catalina que
visitaríamos con más calma al día siguiente.
A la mañana siguiente, iniciamos la visita a La Antigua en el Mercado local, situado justo enfrente de nuestro hotel, en la Calzada de Santa Lucía. Puestos de fruta, verduras, ropa, productos de limpieza...se distribuían a lo largo del mercado mezclado con el colorido de los trajes típicos que visten las vendedoras. Aunque nuestra visita no coincidió con los días de mayor actividad del mercado, que son los lunes, jueves y sábados. En el interior del mercado existen puestos de comida, donde poder degustar los platos tradicionales.
Anexo al mercado principal, se halla el mercado de artesanía, donde las mujeres antigueñas trabajaban con paciencia y dedicación el telar, para fabricar las piezas textiles que después venden en sus puestos.
Caminamos por la animada Calzada de Santa Lucía, donde se concentran bares, restaurantes,
donde degustar el menú del día por pocos quetzales, panaderías con excelentes
productos que elaboran de forma sencilla y
artesanal pero a la vez deliciosos, timbales, enrollados, pañuelos,... y
variopintas tiendas donde comprar cualquier cosa que puedas necesitar.
Al final de la calle se llega al Claustro de San Jerónimo, de 1759, que se
halla actualmente en ruinas. Durante el dominio español fue sede de las
oficinas de la Real Aduana.
A pocos metros del Claustro y
siguiendo la calle Recolección no encontramos con la Casa del Tejido Antiguo,
en ella se exponen elaborados y coloridos vestidos de las distintas regiones de
Guatemala y muestra de la cultura maya tan presente en la vida de los
guatemaltecos.
Seguimos el camino por la calle Recolección hasta adentrarnos en el centro histórico de la Antigua, salpicada de iglesias, conventos, monasterios y casas de una planta con fachadas de vivos colores y amplias ventanas enrejadas, hasta llegar a la Iglesia y Convento de la Merced. Presidida por su bellísima fachada barroca, de color amarillo y decorada con ornamentación en estuco y que nos dejó maravillados. Accedimos a su interior donde destaca la imagen de la Virgen del Rosario.
Continuamos la ruta por la calle del Arco, calle empedrada como el resto de las calles de la Antigua, pespunteada de casonas familiares de la época colonial con patio porticado y fuente central, la mayoría de ellas han sido rehabilitadas y albergan en su interior pequeños hoteles con encanto como el antiguo Convento de Santa Catalina, que ha sabido conservar elementos del antiguo convento como el claustro o las celdas de las religiosas reconvertidas en habitaciones del hotel, así como conocidos restaurantes donde hacer un alto en el camino o joyerías donde se trabaja el jade.
En la calle del Arco se halla el
icono de la Antigua, el Arco de Santa Catalina, tantas veces inmortalizados en
fotografías y cuadros, y al fondo, vigilante, la omnipresente silueta del
Volcán del Agua, visible desde cualquier punto de la hermosa ciudad colonial.
En 1693 ante el aumento del número de
religiosas en el convento de Santa Catalina, se decidió ocupar el edificio de
enfrente y como solución para evitar el contacto con la gente fue la
construcción del Arco de Santa Catalina, que unía ambos edificios y que
serviría de paso para las monjas del convento.
Seguimos la ruta hasta el Parque Central, el antiguo ágora de la Antigua, rodeado de edificios históricos y en su centro la hermosa Fuente de las Sirenas, que data de 1737.
El Ayuntamiento, actual sede del Concejo
Municipal, se puede visitar libremente a partir de las 14 horas, es
recomendable subir al primer piso y asomarse a su corredor y donde también se
puede visitar el salón de plenos y sobre todo, observar desde su amplio balcón
las vistas del Parque y los edificios históricos que lo rodean, la Catedral, el
Palacio de los Capitanes Generales y al fondo, el Volcán del Agua.
La Catedral, de 1680, con su imponente fachada barroca de color blanco. Su interior, se encuentra en ruinas como tantos otros edificios de la ciudad por los efectos devastadores de los terremotos que asolaron la Antigua, pero se puede visitar y alberga los vestigios de su rico pasado. Dicen los historiadores que en sus catacumbas descansan los restos del conquistador Pedro de Alvarado.
El Palacio de los Capitanes Generales, amplio edificio de dos plantas con arcadas, fue durante doscientos años residencia del virrey. En su época fue una de las mayores construcciones realizadas en América. Rehabilitado recientemente, para orgullo de los antigueños.
Finalizamos la ruta en la Antigua Universidad de San Carlos Borromeo, edificio histórico de 1676, anexo al Parque Central y a pocos metros de las ruinas la Catedral.
Es la sede del Museo de Arte Colonial y
en interior se conserva un bonito claustro, digno de ser visitado.
Comenzamos un nuevo día en la Antigua con la ilusión por descubrir nuevos rincones, a pesar de que el cielo gris amenazaba lluvia.
Iniciamos la ruta en el Parque Central,
paseamos por las calles empedradas del centro histórico de la Antigua, llenas
de historia y cuando teníamos la ocasión, no dudábamos en hacer una parada en
la ruta para visitar el interior de las casas coloniales que jalonan el centro
histórico. Casas de vivos colores, con idéntica estructura, en su interior un
patio, alrededor del cual se distribuyen el resto de estancias de la casa y en
el centro, una fuente bellamente ornamentada y envuelta en una exuberante
vegetación. Algunas de ellas han sido reconvertidas en lujosos alojamientos,
museos o restaurantes.
Seguimos el camino por la Sexta Calle
donde se hallan los vestigios del antiguo Convento de Santa Clara, fundada en
1699 por las monjas clarisas que procedían de la ciudad mexicana de Puebla.
Callejeamos por el casco antiguo de la
ciudad, encontrándonos con numerosas tortillerías, así se llaman los locales
donde se elaboran artesanalmente las tortitas de maíz o tortillas y claramente
reconocibles por el característico sonido del palmeteo de sus trabajadoras, que
así dan forma a las tortillas.
En la calle de la Nobleza se encuentra
la Iglesia y el Convento de San Francisco que acoge la tumba de Pedro Betancourt,
lugar de peregrinaje de uno de los benefactores de la ciudad de la Antigua.
La siguiente parada en la ruta por la bella ciudad colonial, antaño conocida como Santiago de los Caballeros, fue en la preciosa Casa Popenoe, también emplazada en la calle de la Nobleza. Casa colonial del siglo XVII. Nos gustó especialmente el rico artesonado bellamente decorado y el curioso picaporte de su puerta de entrada. Nos quedamos con ganas de visitar su interior, pero es necesario concertar una visita previa con la Universidad, que es de quién depende la conservación de la Casa Popenoe.
En la calle de los Carros se halla una de las joyas de la Antigua y que más nos gustó su visita, el Convento de Santo Domingo. En la actualidad es un lujoso hotel, pero que ha sabido conservar el encanto de las ruinas del antiguo convento mimetizado con el entorno natural en el que se encuentra. Hasta seis museos podemos visitar en el antiguo Convento de Santo Domingo. La nota exótica la ponen los papagayos que pueblan sus jardines.
Acompañados de una ligera lluvia, descendimos por la calle de Santo Domingo para visitar el Convento de las Capuchinas, el último convento de religiosas que se fundó en la Antigua. Dentro de sus muros destaca la llamada torre del retiro, con forma circular, única en América, tenía capacidad para alojar de veinticinco a veintiocho monjas. También dentro de sus muros alberga un museo de imaginería y pintura colonial.
Finalizamos la ruta por la bella ciudad
colonial de la mejor manera posible, tomándonos unos deliciosos jugos naturales
en el Café don Diego, ubicado en la calle del Manchón, enfrente de la Iglesia y
Convento de la Merced.
A la mañana siguiente y antes de despedirnos de la Antigua, camino del Lago Atitlán, nos acercamos al Cerro de la Cruz, una de las visitas imprescindibles en la Antigua, para tener las mejores vistas de la ciudad, del valle, las montañas y los volcanes que lo rodean.
Caminamos por la calles empedradas de la
Recolección, Primera Calle y Alameda Santa Rosa siendo testigos de la vida
cotidiana de los antigueños, como el vendedor de helados que anunciaba su
presencia con una campanilla.
Hace unos años la subida al Cerro de la
Cruz se tenía que hacer en compañía de la policía turística por problemas de
seguridad, pero por suerte la situación ha cambiado y se puede ascender hasta
el mirador sin ningún tipo de peligro. El horario de visita es de siete de la
mañana a siete de la tarde.
Antes de iniciar la subida, pasamos
junto a un pequeño parque con alegres casas de vivos colores y al fondo las
icónicas imágenes de los otros dos volcanes que vigilan la bella ciudad
colonial, Fuego y Acatenango.
La ascensión se hace por medio de escaleras,
gradas, y un pequeño sendero, rodeado de naturaleza que conduce al cerro de la
Cruz, un paseo sencillo y fácil de realizar.
Las vistas desde lo más alto merecen mucho la pena, a los pies del Volcán del Agua descansa la hermosa ciudad colonial de La Antigua Guatemala con sus edificios históricos, desde este privilegiado mirador se pueden distinguir los principales edificios, muchos de ellos en ruinas por la acción devastadora de los terremotos que asolaron la hermosa ciudad a lo largo de su historia, pero que han conservado todo su encanto.
Parece una ciudad muy acogedora! me gusta mucho el estilo de sus casas y calles.
ResponderEliminarY las vistas del volcán preciosas!
un saludo ^_^
Gracias Verónica, es cierto que la Antigua es una ciudad muy acogedora, se puede pasear tranquilamente por sus calles, visitar algunas de sus casonas con sus patios... Las vistas del volcán desde el cerro de la Cruz, son espectaculares, aunque puedes divisarlo desde varios puntos de la ciudad, pero no es lo mismo.
EliminarUn saludo.
Precioso y completísimo post, de una ciudad que tuvimos la oportunidad de conocer hace medio año y a la que también le dedicamos un post. Como dices, preciosa; una de las más bonitas de América.
ResponderEliminarGracias Jordi, coincidimos, La Antigua nos encantó, es una ciudad que para su tamaño, alberga un gran patrimonio histórico-cultural.
EliminarUn saludo
Impresionante la antepenúltima foto. Había oido hablar muy bien de Antigua y, la verdad, tiene muy buena pinta. Qué pena la impresión sobre la ciudad de Guatemala :-(
ResponderEliminarGracias Verónica, las vistas del volcán del Agua desde el cerro de la Cruz son inmejorables y ver cómo la ciudad se sitúa a sus pies es una imagen preciosa. Teníamos la intención de visitar Guatemala capital, porque nos gusta verlo todo, pero la impresión fue pésima y de regreso, volvimos a pasa por ella y no cambió nuestra opinión.
EliminarUn saludo
Hola!
ResponderEliminarMuy bonitas las fotos Victor!
Que bonitos patios..
Me alegro que disfrutaseis de Guatemala.
Un besin
Gracias Ana, La Antigua es una ciudad que ofrece un montón de imágenes para captar con la cámara, según vas paseando por la calle no puedes dejar de fotografiar todo lo que vas viendo.
ResponderEliminarUn beso