El Pabellón de Oro en Kioto, de belleza indescriptible, es una parte del Templo Rokuonji o más comúnmente conocido como Kinkakuji ,estructurado en tres plantas, las dos últimas están revestidas de pan de oro, lo que le otorga un halo especial, rodeado de un precioso estanque salpicado de pequeñas islas y cuidados jardines, de estilo japonés y con el monte Kinugasa de telón de fondo. Fue construido por el shogun Ashikaga Yoshimitsu, a finales del siglo XIV, como residencia hasta su muerte en 1408, transformándose posteriormente en templo zen, Rokuon-ji. Ha sido el único edificio que sobrevivió a las guerras de Kioto del siglo XV, no así a un incendio provocado en 1950 por un monje, siendo reconstruido posteriormente en 1955.
El Pabellón de Oro nos ofrece una visión diferente a la que podemos ver en otros templos de Kioto y de Japón, externamente no guarda la estética de un templo, asemejándose más a un palacio, recordamos que su primera función fue la de ser residencia del shogun, lo que lo hace distinto, integrado en un paraje natural de gran hermosura, un marco incomparable que incrementa más aún su belleza y que hace recomendable su visita. El Templo Kinkakuji fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994.
Nos situamos en el mirador que se encuentra justo a la entrada del recinto, desde donde se tienen las mejores vistas, esperando el momento mágico cuando los rayos del sol se reflejan en los dorados del templo, envolviendo el palacio en una luz especial, proyectándose la bella silueta en las aguas del estanque.
Para ir desde la estación de autobuses de Kioto al Templo Kinkakuji hay que tomar el bus 205 ( parada B 3) o el 101 ( parada B 2 ), el autobús te deja en la carretera principal, luego hay que caminar unos metros para tomar la primera calle a la derecha que te lleva directamente hasta el templo.
El precio para visitar el Pabellón de Oro es de 400 yenes.
La armonía entre naturaleza y agua es perfecta, el bello estanque, conocido como Espejo de Agua, está moteado de pequeñas islas con pinos y formaciones rocosas, y a la orilla del mismo se levanta el hermoso templo, que junto a los cuidados jardines simbolizan las etapas de la vida de Buda en la tierra y que se integra perfectamente en el paisaje.
Nos acercamos poco a poco hacia el Pabellón del Oro para apreciar más de cerca su belleza, crisol de tres estilos arquitectónicos diferentes, de planta cuadrada, consta de una planta baja de estilo shinden, de la aristocracia imperial y dos pisos, el primero de estilo buke de la aristocracia guerrera y el segundo de estilo chino zenshu butsuden. Llama la atención el contraste entre la austeridad de la planta baja rematada en oscura madera sin revestir con la ostentación de las dos últimas plantas revestidas de pan de oro y coronados por un ave fenix, también dorado. Próximo a la galería lateral, contemplamos como se alza un pequeño embarcadero, que permitía los paseos por el estanque en pequeñas embarcaciones. Su interior no se puede visitar.
La ruta continúa ascendiendo por los jardines del templo, pespunteada por miradores desde los que se puede contemplar la bella estampa del Pabellón de Oro, sobresaliendo entre la vegetación, según te vas alejando, desde diferentes perspectivas.
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