Los Caballeros de la Orden de Malta III

PASEANDO POR MDINA, LA CIUDAD DEL SILENCIO. Y NOS VAMOS A RABAT,  MOSTA Y DINGLI

   A la mañana siguiente nos acercamos, nuevamente,  a la estación de autobuses, donde tomamos el bus 52 que nos acercó hasta Mdina. Los romanos la llamaron Melita, "ciudad de la miel" por las numerosas colmenas que había en la zona,  ubicando su capital en la ciudad.  En el año 880 los árabes amurallaron la ciudad, construyendo un foso y llamándola Mdina, que significa la ciudad, dejando un espacio fuera de la ciudad amurallada,  Rabat. Durante la Edad Media fue sede del gobierno y lugar de protección para la población. Pero con la llegada de los Caballeros de la Orden de San Juan, estos decidieron asentarse en las proximidades del puerto y en 1751 al  construirse la Valeta , trasladaron la capital hasta allí, pasando a denominarse Mdina, como la ciudad vieja.

Entrada a la ciudad amurallada

Main Gate

    Accedimos a la ciudad amurallada de Mdina atravesando la monumental Main Gate,  construída a pocos metros de la puerta original y que no deja de ser un aperitivo de que nos esperaba a continuación. En la puerta hay una inscripción sobre la fecha de su reconstrución, 1724 y el escudo de armas del Gran Maestre. A pocos metros de la misma está la Torre dello Standardo, construída en 1750 como torre de vigilancia, para avisar a la población en caso de incendio en la ciudad. Actualmente es la sede de la oficina de turismo. Después de hacernos con un plano en la oficina de turismo iniciamos la visita a Mdina.

Torre dello Standardo

  

Retrato en bronce

     Enfrente de la Torre se encuentra el Palazzo Vilhena, que sufrió graves daños con el terremoto de 1693, siendo reconstruído en en estilo barroco, convirtiéndose en la residencia de verano del Gran Maestro Vilhena. Bajo el dominio británico fue utilizado como hospital militar. Hoy en día es un Museo de Historia Natural. Destaca su bonito pórtico adornado con un retrato en bronce del Gran Maestre Vilhena.

Callejeando por Mdina

Capilla St. Agatha

     Iniciamos la ruta en la calle principal Vilegaignon, en su inicio se halla la pequeña capilla St. Agatha,  fue construída en 1417, pero se destruyó con el terremoto de 1693 y un año más tarde Lorenzo Gafa la reconstruyó. Santa Agata es uno de los patrones de la ciudad, en su interior que puedes ver a través de las rejas de la puerta de entrada,  llama la atención el altar mayor de Giuseppe de Arena.

Calles medievales

Pues va a ser verdad que no hay nadie...

    Continuamos caminado por Vilegaignon street y nos fuimos adentrando en el corazón de Mdina,  a ambos lados de la calle se conservan palacios nobiliarios, como el de la Casa Inguanez, la familia nobiliaria más antigua de Malta de 1370. La Casa Testaferrata, que según los cronistas de la ciudad ocupa el lugar de un templo dedicado a Opolo durante la época del imperio romano. Enfrente, está la Casa Viani, del siglo XVII. Todas ellas con puertas de entrada perfectamente conservadas y adornadas con sus típicos picaportes, que llegamos a utilizar en alguno de los edificios, sin recibir respuesta desde su interior...

Vaya amigo que me eché

Balcones de estilo gótico victoriano

    Y llegamos a St. Paul square, la plaza principal de Mdina, donde además de la Catedral que visitaríamos posteriormente, está también una de las casas más llamativas de la ciudad, con balcones de estilo gótico victoriano pintados en rojo y blanco, herencia del dominio británico. A pocos metros, el Palazzo Santa Sophia, uno de los palacios más antiguos, data de 1233 y es de estilo normando.

En St. Paul square, a la dcha Palazzo Santa Sophia

La ciudad del silencio

     Continuamos callejeando por las estrechas calles medievales, desviándonos de las principales para disfrutar del silencio, salpicadas de palacios, como el Palazzo Falzon, más conocido como la Casa Normanda, es la edificación medieval mejor conservada de Mdina, data de 1495, casas nobiliarias con sus fachadas de piedra,  iglesias y antiguos monasterios, como el de las Carmelitas hasta que llegamos a Bastion square, desde su mirador pudimos  contemplar las espléndidas vistas que se tienen, entre las que destacaba la cúpula de la Iglesia de Mosta, que visitaríamos más tarde.

Vista de Mosta con la espectacular cúpula

Cúpula roja de la Catedral

    Nuestra siguiente parada en Mdina fue la Catedral, cuya cúpula roja veniámos divisando desde momentos antes. Según la tradición cristiana ocupa el lugar donde San Pablo convirtió al cristianismo al gobernador romano Publius. En su origen era una pequeña iglesia durante el siglo IV hasta que Roger el Normando ordenó en 1090 que se ampliase y se restaurase. Nuevamente en 1490 sufrió una nueva restauración ampliándose de tamaño. Tras el terremoto de 1693 fue reconstruída en estilo barroco por Lorenzo Gafa. En 1702 se consagró como Catedral y se dedicó a San Pablo. La entrada a la Catedral cuesta 5 euros, 2,5 euros con carnet de estudiante, incluye también la visita al Museo. La visita merece la pena, conserva la antigua puerta normanda, con extraños símbolos inusuales en Malta y su interior está profusamente decorado, por lo que la vista puede recrearse en su visita. El suelo del templo está cubierto en casi toda su totalidad con lápidas de mármol de canónigos y nobles de la ciudad, dato que nos facilitó una de las personas que están al cuidado de su interior.

Puerta Normanda

Lápidas de canónigos y nobles

   

Fachada del Museo

   Enfrente de la Catedral se halla el Museo Catedralicio, ocupa el lugar de un antiguo seminario. El edificio es obra de Giovanni Bargara, en 1733, de estilo barroco siciliano, en la fachada destaca  el balcón sujetado por dos figuras de atlantes. La visita de su interior es interesante y hay que dedicarle tiempo si quieres visitar todas sus salas,  las que más nos gustaron, fueron la sala que exhibe una exposición de libros de canto y otra con muebles de época donados por la familia Faergia.

Libros de canto

Cúpula de la Iglesia St. Paul

     A pocos metros de Mdina, está la población de Rabat, separadas en el año 870 por los árabes, lo que provocó que quedase expuesta a todo tipo de ataque por otros pueblos, al no contar ya con la protección de las murallas. En la actualidad es un suburbio de Mdina Ha sido habitada por diferentes pueblos a lo largo de la historia, fenicios, romanos , árabes y normandos. Iniciamos la ruta en Rabat en la plaza principal, Parish square, visitando la Iglesia de St. Paul, construída en 1572, fue posteriormente ampliada y rediseñada por Lorenzo Gafa.
A la derecha de la iglesia visitamos la Gruta, según la tradición el Apostol San Pablo predicó el evangelio en esta cueva.

Iglesia St. Paul

Catacumbas de St. Paul

     Continuamos el paseo por St. Agatha street hasta las Catacumbas de St. Paul, laberinto de pasillos estrechos utilizados como refugio y lugar de enterramiento, como se aprecia en las tumbas cavadas en roca, datan del siglo IV y V. Intentamos visitar posteriormente las Catacumbas de St. Agatha, pero el sábado tienen un horario restringido de visita y las encontramos cerradas. Estas catacumbas sirvieron a Santa Agatha como lugar para esconderse de la persecución del emperador romano Decius.

Tumbas cavadas en roca

 

Cúpula de 67 metros

    Después de la visita a Mdina y a Rabat, cogimos el bus 205, con frecuencia de un autobús cada hora, que nos acercó hasta la localidad de Mosta, para visitar la Iglesia St. Mary, conocida también como la Rotunda, por su espectacular Cúpula de 67 metros, una de las más grandes del mundo, que es visible desde gran parte de la isla. De estilo neoclásico, construída a finales del siglo XIX por Giorgio Grognet de Vassé. La fachada está formada con columnas inspiradas en el Panteon de Roma, en su interior caben hasta diez mil personas. Aprovechamos la visita a Mosta para entrar en una pastizzeria cercana donde desgustamos la gastronomía local, los riquísimos timpana, pastel de macarrones y los pastizzi.

Iglesia St. Mary

Acantilados de Dingli

    Finalizada la visita a Mosta, tuvimos que volver de nuevo a Rabat, para tomar el bus 52 que nos acercó hasta la localidad de Dingli. Desde la parada donde te deja el autobús en el pueblo, anduvimos quince minutos por un camino bien asfaltado hasta sus conocidos acantilados, paredes verticales de hasta doscientos setenta metros sobre el nivel del mar. Y así fue como  finalizamos nuestro tercer día en Malta.

Atardecer junto a los acantilados de Dingli