De Río Dulce a Livingston

   Uno de los paseos más bellos que se pueden realizar a bordo de una lancha, es el trayecto que discurre entre el Río Dulce y Livingston en Guatemala. Sentir sobre la piel la relajante brisa que sopla y que te refresca del intenso calor caribeño, mientras contemplas la grandeza del Río Dulce o examinas con la mirada los paisajes en busca de especies en peligro de extinción como el manatí o ser testigo de la historia al contemplar desde tan privilegiada posición el Castillo de San Felipe de Lara. Y al final del precioso recorrido en lancha, arribar a la pintoresca Livingston, cuna de la cultura garifuna.

   El imponente Lago Izabal, el más grande de Guatemala, desemboca en el Río Dulce, que después de su paso, se ensancha y forma el "Golfete". El Río Dulce fue declarado Parque Nacional y área protegida de Guatemala en 1955. Con una extensión de 7.200 hectáreas y 36 km de largo conforman un bello paraje natural, con ricos ecosistemas marinos y manglares, que son el habitat de diversas especies, como el manatí, mamífero que se encuentra en peligro de extinción y cocodrilos de la especie acutus. Su frondosa vegetación y su consideración como refugio de gran variedad de aves marinas configuran una belleza escénica sin parangón.

 

   La lancha pública que une el Río Dulce con Livingston, nos recogió puntualmente en el embarcadero de nuestro alojamiento situado a la orilla del Río. La primera parada de la lancha fue el espectacular Castillo de San Felipe de Lara, emplazado en la estratégica bocana del Lago Izabal, en un entorno de exuberante belleza natural. Fue construido en la época colonial, en 1652 por orden del Rey Felipe II para combatir las acometidas piratas, que ponían en serio peligro el tráfico de mercancías entre la metrópoli y Guatemala. Actualmente, de la fortificación original se conserva la Torre de Bustamante, sobre la que se ha erigido el resto del castillo.

   Continuamos la hermosa ruta por el Río Dulce, pasando bajo el puente más largo de Guatemala con una longitud de 1563 metros. Contemplamos la imagen de las modestas casas de madera pintadas con vivos colores que se alzan a orillas del Río Dulce envueltas en un idílico paisaje de frondosa y exuberante vegetación tropical hasta llegar a nuestro siguiente punto de interés, los nenúfares en flor. La lancha detuvo sus motores para contemplar en todo su esplendor y en silencio, la belleza del jardín flotante.

La lancha pública sale de Río Dulce a las 9,30 de la mañana, haciendo varias paradas por el camino hasta llegar a Livingston a las 11,30. El precio es de 200 quetzales por persona, ida y vuelta.

 


    Reanudamos la marcha, siendo testigos de la incesante actividad que se desarrolla en el curso de Río Dulce, por él navegan los pescadores que se ganan la vida a bordo de sus pequeñas canoas en busca de una buena pesca que le solucione el día.

La siguiente parada fue Aguas Calientes, aguas sulfurosas que poseen saludables efectos termales. El Río Dulce está situado sobre una falla geológica, filtrándose el calor de la corteza terrestre.

En Aguas Calientes podéis daros un baño relajante y beneficioso para el cuerpo, pero cuidado porque la temperatura del agua es de 40º, por lo que es recomendable entrar despacio para evitar las quemaduras o mover ligeramente el agua para lograr una temperatura adecuada para el cuerpo.

 



    Seguimos la apasionante ruta en lancha por el Río Dulce camino de Livingston, navegando junto a bellos cañones, paredes verticales y escarpadas producidas por la erosión del Rio. Y así llegamos a Livingston, la cuna de la cultura garifuna. En el siglo XVII, los esclavos procedentes del África Occidental para evitar ser apresados y vendidos nuevamente como esclavos, se casaron con miembros de la tribu arahuca en la Isla de San Vicente, a la que habían llegado tras el naufragio de dos buques españoles, formándose matrimonios mixtos. Tras años de lucha con los británicos, finalmente en 1796 se rindieron, siendo deportados a Roatán, la mayor de las islas de Honduras. Posteriormente fueron dispersados por diferentes islas hasta que a principios del siglo XIX fundaron el pueblo de Livingston, en honor al legislador y gobernador de Lousiana que legisló un código penal que abolía la esclavitud.

   Paseamos tranquilamente por Livingston en torno a su arteria, la calle Principal del Comercio, donde se concentran la mayoría de restaurantes en los que se sirve el plato típico, el tapado, bares, donde hacer un alto en el camino para combatir el intenso calor saboreando las cervezas locales y observar el devenir diario de la población garifuna, tiendas y hoteles ubicados en  casas de madera pintadas en vivos colores, en un ambiente afro-caribeño, como seña de identidad que lo hace diferente a cualquier otro lugar de Guatemala. Una población mayoritariamente de color, que conserva sus tradiciones y su propia lengua mezcla de criollo antillano, inglés y kekchi.

Siete Altares es una excursión recomendable, si se dispone de tiempo en Livingston, piscinas naturales unidas mediante cascadas en un entorno paradisiaco.

   




    Al final de la Calle Principal, se encuentra la Playa Barique, de fina arena negra, aunque algo descuidada y en la que varios locales se encontraban disfrutando de un baño en sus cálidas aguas. Un niño se nos acerca tímidamente para que le ayudemos a varar su barca tierra adentro, al compás del relajante sonido de las olas del Mar Caribe rompiendo en la arena...