La Ciudad Vieja de Ginebra, enclavada sobre un promontorio a orillas del lago Leman, su cuidado centro histórico se concentra en torno a la peatonal y empedrada Grand Rue, salpicada de casas de piedra que acogen en sus bajos tiendas de anticuarios y pequeñas plazas con encanto. El histórico Hotel de la Ville y la Catedral de Saint-Pierre, donde comenzó la reforma protestante de Jean Calvin, son dos de las construcciones más importantes de Ginebra, ubicadas en el corazón de la Vieille Ville. El antiguo ágora de la ciudad se articula en torno a la bella Place du Bourg de Four, cruce de caminos, antaño mercado, hoy es una vibrante plaza rodeada de históricos edificios medievales y repleta de cafés con animadas terrazas, anticuarios, acogedoras tiendas y pequeñas galerías de arte.
Ascendimos por las escaleras de la empinada calle de la Pélisserie que nos conduce a la Grand Rue, la calle principal de la Vieille Ville, empedrada y peatonal, salpicada de edificios históricos levantados en piedra caliza, como la casa natal de Jean Jacques Rousseau ubicada en el número 40 y tiendas de anticuarios.
Seguimos caminando por la Grand Rue, a la que se abren plazas con encanto como la Place du Grand Mezel y con pequeñas fuentes de las que emana agua potable deliciosa, ideal para refrescarse, durante el paseo hay que fijarse en los escudos de antaño, que engalanan las bellas fachadas de piedra de las casas de la Vieja Villa.
El Hotel de la Ville, el Ayuntamiento, construido entre 1620 y 1701, es uno de los edificios más representativos de la ciudad. Accedimos a su patio interior, atravesando un pasillo de once columnas de estilo toscano y lo más significativo es su monumental rampa, un ingenioso diseño para que las mulas transportasen los cultivos a los graneros situados en los áticos durante el siglo XVI.
Enfrente del Ayuntamiento, se levanta el Viejo Arsenal, en sus bajos porticados exhibe los cañones que antaño protegían la ciudad de las invasiones, el más antiguo se remonta a 1680. En sus paredes y como telón de fondo, se encuentra un interesante conjunto de mosaicos obra de Alexandre Cingria, que representan acontecimientos históricos de Ginebra.
Hay que alzar la mirada a lo más alto del edificio, para contemplar el friso decorado con los bellos frescos de Gustave de Beaumont y que enseñan algunos episodios de la historia de Ginebra. A su lado, se alza un hermoso reloj de sol.
Continuamos la ruta por la rue Hotel de la Ville, flanqueada por edificios que blanden banderas de Suiza y de la Ciudad, no hay que andar mucho para alcanzar la plaza más bonita de Ginebra, la Place du Bourg de Four, el ántigua ágora de Ginebra, durante la Edad Media sirvió de plaza del mercado. Rodeada de edificios del siglo XVI y decorada con una bella fuente, engalanada con flores, en ella confluyen varias calles del centro histórico que la convierten en un centro de reunión, siempre animada y llena de gente. La bulliciosa plaza está salpicada de pequeños cafés con terrazas, galerías de arte, tiendas de anticuarios y acogedoras tiendas que forman un conjunto encantador.
A pocos metros de la coqueta Plaza se levanta la Catedral de Saint-Pierre, crisol de estilos arquitectónicos, encajonada entre edificios del centro histórico. En su interior llama la atención la austeridad y sencillez del templo, que contrasta con su exterior. La reforma protestante de 1536 encabezada por Jean Calvin acabó con la profusa decoración de la Catedral. Sólo se han conservado las vidrieras del prebistero y la bella sillería del coro, del siglo XV, donde se sitúan los pequeños asientos llamados misericordias, que permitían a los monjes reposar discretamente en ellos durante los oficios .
No se puede abandonar la Catedral, sin visitar la Capilla de los Macabeos, ubicada a la derecha de la entrada, mandada construir entre los años 1400 y 1405, es un hermoso ejemplo de gótico flamígero, aunque fue restaurada en el siglo XIX en estilo neogótico.
INFORMACIÓN PRÁCTICA SOBRE LA CIUDAD DE GINEBRA
Al llegar al aeropuerto de Ginebra, en la sala de recogida de equipaje y antes de salir al exterior, se encuentra la máquina expendedora de billetes de transportes públicos, que te permite viajar gratuitamente por la ciudad durante los siguientes 80 minutos. El trayecto en tren hasta el centro de la ciudad, Gare de Cornavin, dura poco más de diez minutos y es sólo una parada.
Cuando llegues al hotel, que no se te olvide pedir la tarjeta de transporte público gratuito, pues te permite viajar ilimitadamente en los buses, tranvías, trenes y mouettes, que recorren la ciudad de Ginebra. Es conveniente utilizar las mouettes, pequeñas embarcaciones, para desplazarse de una orilla a otra del lago Leman o a los lugares más alejados del centro como puede ser el Palacio de las Naciones o el aeropuerto si regresas a tu país en avión.
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La ciudad de Ginebra está situada a pocos kilómetros de la frontera con Francia, si decides visitar el país galo en tren, tendrás que desplazarte hasta la Gare de Cornavin, para comprar tu billete y evitar la comisión de 10 francos suizos por persona, que cobran en la oficina de la estación, te recomendamos adquirirlo en las máquinas situadas en el acceso a las vías 7 y 8, antes de pasar la aduana francesa, en la primera planta de la estación.
A me gusto mucho Ginebra,mas que Zurich,menos que Berna(una preciosidad). Las tres valen la pena!El trayecto en tren entre ellas es encantador! Que prados tan verdes y que bucolico todo!Como una pelicula! saludos
ResponderEliminarGracias, Abel.
EliminarLas ciudades suizas están muy bien comunicadas por tren y los trayectos son muy amenos, con unos paisajes increibles.
Un saludo
Muy buena información, gracias
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