El Templo Jogyesa enclavado en el corazón de Seúl, a diferencia de la mayoría de los templos budistas de Corea, que se encuentran situados en la montaña. El santuario, rodeado de rascacielos, es un oasis de paz en la bulliciosa capital de Corea del Sur. Es uno de los templos más populares de la ciudad, representativo del budismo coreano y de la orden Jogye.
Construido a finales del siglo XIV durante el reinado Goryeo, un incendio destruyó el templo en su totalidad. Fue reconstruido en 1910 bajo el nombre de Gackhwngsa, gracias al esfuerzo de los monjes Han Yong-un y Lee Hee-gwang. El santuario desempeñó un importante papel a la cabeza del budismo coreano y fue renombrado como templo Taegosa en 1936. En el año 1954 el templo fue purificado, eliminándose la influencia japonesa y reviviendo la tradición budista coreana hasta nuestros días.
Dos celosos guardianes, que protegen el templo de los malos espíritus y una simpática figura de Bodhisattva de la misericordia sentada en un banco nos dan la calurosa bienvenida al templo.
Atravesamos el pequeño puente engalanado con farolillos de colores en forma de flor de loto que nos conduce al bello y cuidado jardín de nenúfares, que esconde entre la frondosa vegetación una pequeña imagen dorada de Buda.
Atravesamos el pequeño puente engalanado con farolillos de colores en forma de flor de loto que nos conduce al bello y cuidado jardín de nenúfares, que esconde entre la frondosa vegetación una pequeña imagen dorada de Buda.
Visitamos el Templo Jogyesa en dos ocasiones, la primera coincidió con la celebración de una festividad religiosa, el templo estaba engalanado para la ocasión, repleto de monjes y fieles orando, por lo que decidimos volver a visitarlo el día siguiente para poder contemplarlo con más tranquilidad.
El cuidado jardín de nenúfares nos conduce al pabellón principal Dharma, que atesora en su interior las impresionantes imágenes de tres Budas, muy queridos y venerados por los fieles locales, resguardados por centenares de farolillos de colores con forma de flor de loto que penden del techo. Dentro del pabellón, siempre se desarrolla una incesante actividad de oración y ofrendas por parte de los fieles que llenan el templo.
No menos hermoso es el exterior del santuario, decorado con pinturas que representan la vida de Buda, linternas de piedra y pequeñas esculturas de leones.
No menos hermoso es el exterior del santuario, decorado con pinturas que representan la vida de Buda, linternas de piedra y pequeñas esculturas de leones.
Recorrimos las distintas dependencias del Templo Jogyesa en Seúl, donde destacan el bello pabellón que guarda el gong, y a pocos metros la impresionante pagoda que se eleva al cielo de la capital de Corea del Sur. Merece la pena detenerse unos instantes para contemplarla en toda su inmensidad.
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