El fuerte de Galle, un entretenido trayecto en tren, que recorre la costa sureste de Sri Lanka nos traslada desde Colombo a Galle en poco más de dos horas. A pocos metros de la estación de tren, se levanta un conjunto excepcional, la pequeña ciudad colonial fortificada, bañada por el mar que encierra en sus muros, calles adoquinadas, llenas de historia, tiendas, restaurantes y pequeños hoteles ubicados en los bajos de casas restauradas del siglo XVII. El legado que dejaron portugueses y holandeses, sabor del pasado.
El fuerte holandés de Galle, Patrimonio de la Humanidad, está considerado el fuerte marítimo mejor preservado del Sudeste Asiático. Fueron los portugueses quienes establecieron el primer fuerte, posteriormente en 1640 los holandeses conquistaron el fuerte, expandiendo las fortificaciones y establecieron el sistema de cuadrículas que conforman las calles y que aún se conserva. En la posterior dominación británica se ampliaron las fortificaciones. Durante la época colonial el puerto de Galle tuvo gran importancia, pero con la construcción del nuevo puerto en Colombo, el comercio marítimo en Galle entró en declive.
CÓMO LLEGAR A GALLE DESDE COLOMBO
La distancia que separa Colombo, capital de Sri Lanka, con Galle es de 173 km, que se pueden recorrer en bus o en tren, siendo esta última la mejor opción, en poco más de dos horas el tren nos dejó en la estación central de Galle, muy cerca del Fuerte. Desde la ventanilla del tren fuimos testigos de la vida cotidiana, que se desarrolla a pocos metros del mar. Recorrer Sri Lanka en transporte público es la mejor manera de interactuar con los locales y contemplar bellos paisajes.
INICIAMOS LA VISITA AL FUERTE
A llegar a la estación de tren, cruzamos la calle, fuimos bordeando el campo de cricket, no sin antes hacer una pequeña parada para refrescarnos con una limonada, en uno de los pequeños puestos que se encuentran en el camino que nos conduce a una de las puertas de entrada al fuerte holandés.
Iniciamos la visita al Fuerte en la imponente Torre del Reloj, junto a una enorme bandera de Sri Lanka, asomándonos a los bastiones, testigos mudos de la historia, que protegen la bella ciudad colonial, bañada por el mar, mientras la brisa fresca nos alivia por momentos del intenso calor.
La ciudad fortificada es un remanso de paz, calles adoquinadas, que conservan la estructura de cuadrículas de la época holandesa, con apenas tráfico, casas históricas restauradas, algunas del siglo XVII, hoy son tiendas, restaurantes y hoteles con encanto. Aún se conserva el legado holandés, unión del pasado y el presente, que se puede contemplar en el escudo de una de las puertas de entrada al fuerte y en la iglesia reformista.
Nos perdimos por las estrechas callejuelas del cuidado centro histórico de Galle, con sorpresas a cada paso, una experiencia inolvidable, que conduce a uno de los lugares con más encanto, el Faro.
EL FARO, SÍMBOLO DE GALLE
El Faro, símbolo de la ciudad, un lugar bucólico, siempre animado, rodeado de palmeras y punto de encuentro de la población local donde se concentra toda la actividad. Junto al Faro, se sitúa una pequeña cala, ideal para darse un baño antes de continuar la visita.
A pocos metros del Faro se alza la Mezquita, su arquitectura exterior nos recuerda a una iglesia cristiana, pero rematado por medias lunas que nos revelan su procedencia. Es aquí donde comienza el interesante barrio musulmán, que visitamos a continuación, antes de despedirnos de Galle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario