Nuestro viaje por el Norte de Marruecos, se enmarca entre ciudades costeras como Tanger y Asilah y verdes paisajes, tapizados de olivares, en los que pastan tranquilamente ovejas y vacas, mientras las mujeres se afanan en las labores del campo, estampas cotidianas que nos conducirían hasta Tetuán. A partir de Tetuán, el paisaje cambia, se hace más accidentado, aparecen las primeras montañas y la carretera se hace cada vez más sinuosa hasta llegar a Chaouen, la perla azul de Marruecos.
No era nuestra primera vez en Marruecos, no hace mucho nos adentramos en la La ruta de las mil kasbahs, una vía que seguían las antiguas caravanas que atravesaban el desierto o anteriormente, visitamos las cuatro ciudades imperiales, Marrakech, Rabat, con su conocida kasbah de los Oudayas , Meknes y Fez.
No era nuestra primera vez en Marruecos, no hace mucho nos adentramos en la La ruta de las mil kasbahs, una vía que seguían las antiguas caravanas que atravesaban el desierto o anteriormente, visitamos las cuatro ciudades imperiales, Marrakech, Rabat, con su conocida kasbah de los Oudayas , Meknes y Fez.
TANGER
Tánger es una ciudad que mira al mar, pero su interés para nosotros se encierra entre las murallas que abrazan su Medina, un enorme zoco interrumpido por cafés y restaurantes, con sus típicas terrazas convertidas en un escaparate al devenir diario. Hay que ascender hasta lo más alto de la Medina para llegar a la Kasbah, un entresijo de callejuelas en las que aislarse del bullicio de la ciudad y compartir la vida con los locales, mientras en el recorrido te vas encontrando con zaguias, mezquitas, hornos de pan o artesanos ocupados en sus antiguos oficios.
ASILAH
La estación de buses de la ciudad es el lugar de llegada y partida de cualquier viajero, desde ahí, una caminata de diez minutos te acerca a la Medina. Atravesamos una de sus puertas y se abre a nuestros ojos un bello escenario, a un lado, la Gran Mezquita y al fondo la torre cuadrada Al-Kamira del siglo XV, ubicada en una agradable plaza rodeada de tiendas y restaurantes, desde ahí es fácil seguir el paseo, bordeando la muralla con vistas al mar. Nos adentramos en el entramado de sus callejuelas jalonadas de casas blancas embellecidas por las pinturas murales que adornan sus muros y que forman un museo al aire libre.
TETUÁN
Nos adentramos en la Medina, declarada Patrimonio de la Humanidad, por la puerta Okla y comienza un viaje al pasado por su laberíntico entramado de calles, donde es fácil perderse y en el que conviven diversos y curiosos oficios, agrupados por gremios y algunos a punto de extinguirse como los curtidores. Los colores y los olores se mezclan en este recorrido que no quieres que acabe, porque no sabes qué es lo que te espera en la próxima esquina.
Aunque la Kasbah de Tetuán se encuentra cerrada al público, cuando llegas al animado zoco el Foki,la curiosidad te lleva a ascender por las empinadas callejuelas que conducen hasta lo más alto, un mar azul y blanco tiñe las paredes de las casas y en el camino te empaparás de la vida local de sus habitantes.
El otro extremo de la Medina, se abre la Plaza Feddan, donde se ubica El Palacio Real, una animada plaza repleta de cafés, donde los locales juegan al parchís o al dominó, ajenos al imponente edificio que tienen enfrente, mientras un hervidero de gente transita por ella, camino dela Medina o del Ensanche Español que se encuentra a un paso de la plaza caminando por la Avenida Mohamed V, un vestigio de su pasado con su característica arquitectura colonial de bellas casas blancas. No te puedes perder la visita a la Escuela de Artes y Oficios, situada enfrente de la puerta Okla, un magnífico edificio, donde los alumnos aprenden las artes y oficios tradicionales de Marruecos.CHAOUEN
El viaje entre Tetuán y Chaouen está animado por los bellos paisajes por los que transitas, un vergel salpicado de olivares, rebaños de ovejas y vacas que pastan a su aire por los campos, pequeños pueblos y con el telón de fondo de las montañas que se abren paso según avanzas, hasta que la carretera se hace cada vez más sinuosa y las curvas no se acaban hasta llegar a la perla azul de Marruecos, Chaouen. La puerta de entrada a su Medina, se abre a un gran zoco, con multitud de puestos en los que se vende de todo, hay que salirse de la calle principal para disfrutar de la autenticidad de este pueblo de montaña, con sus casas colgadas tapizadas de azul. La Plaza Uta el Hamman, es el corazón de la Medina, custodiado por la Kasbah y la Mezquita,lo mejor es callejear, perderse por alguno de sus rincones y buscar la esencia de este pueblo, sus calles que serpentean subiendo por la montaña, teñidas de azul.
Marruecos, un país encantador con unos lugares maravillosos, estoy deseando que se normalice un poco la situación y podamos viajar otra vez con normalidad para poder realizar un nuevo viaje a este país y poder disfrutar de sus paisajes y su gastronomía.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
EliminarOjalá pronto se normalice la situación y podamos volver a Marruecos, disfrutando de unos paisajes de ensueño y de su rica gastronomía.
Un saludo