Nuestro último destino en Sri Lanka, sería el Triángulo Cultural y Dambulla, nuestra base para conocer los tesoros de su patrimonio. En Sigiriya, visitaríamos la Roca de Pidurangala, antes de iniciar la ascensión, hay que detenerse en su templo excavado en la roca que guarda la imagen de un buda reclinado y admirar los frescos que decoran sus paredes. Después te espera la subida de más de mil escaleras que te conducirán a la cima, al final del trayecto las escaleras desaparecen y hay que escalar, literalmente, entre las rocas para llegar a la cumbre, donde se abre una amplia terraza con una vista panorámica de la Roca del León y la frondosa vegetación que la envuelve, un paisaje de ensueño, difícil de olvidar y que compensa la dura ascensión.
DAMBULLA, NUESTRA BASE PARA VISITAR EL TRIÁNGULO CULTURAL
Dejamos atrás Kandy, con su aire colonial y su venerado Templo del Diente de Buda, para dirigirnos a Dambulla, que sería nuestra base para visitar todos los puntos de interés que esconde el Triángulo Cultural de Sri Lanka. El pueblo, carece de interés, pero su ubicación privilegiada es perfecta para poder visitar la roca de Pidurangala, con sus maravillosas vistas, la ciudad antigua de Polonraruwa y las maravillosas cuevas de Dambulla, situadas a las afueras del pueblo.
CÓMO IR DESDE DAMBULLA A SIGIRIYA
Un bus local nos acercó a Sigiriya, situada al norte de Dambulla, donde da comienzo un cuidado camino que bordea un hermoso lago, cubierto de lotos y que nos regala bellas vistas de la legendaria Roca del León, de origen volcánico, uno de los símbolos de Sri Lanka y Patrimonio de la Humanidad. La Roca se eleva 180 metros, en lo más alto alberga las ruinas de un palacio del reino de Kasyapa del siglo V, bellos frescos en la pared vertical y a los pies un cuidado jardín.
Pero, nuestro objetivo no era ascender a la Roca del León, sino subir a la Roca de Pidurangala, también de origen volcánico, porque desde lo más alto, en su cima disfrutaríamos de las mejores vistas de la Roca del León y de la jungla que la envuelve.
La visita a la Roca de Pidurangala es libre, no hay que pasar por taquilla, al contrario que la ascensión a la Roca del León en la que sí hay que pagar. Una de las ventajas es que la subida a la Roca de Pidurangala está menos concurrida que la Roca del León.
Antes de comenzar la dura subida, merece la pena detenerse en el pequeño templo que acoge un Buda yacente y contemplar los bellos frescos que decoran ricamente sus paredes.
COMIENZA LA ASCENSIÓN, MÁS DE MIL ESCALERAS HASTA LA ROCA
Dejamos atrás el templo para iniciar una ascensión de más de mil escaleras, el calor húmedo acentúa la dureza de la subida y hace necesario ir provisto de agua en abundancia que nos hidrate y nos permita realizar pequeñas paradas en la subida.
Para ascender hasta lo más alto de la Roca hay que estar en relativa buena forma, más de mil escaleras, aunque lo realmente complicado viene en los últimos tramos en los que hay que trepar literalmente entre rocas. Una persona nativa siempre se sitúa al final del recorrido para ayudarte, indicándote por dónde debes subir. Conviene tomarlo con calma e ir provisto de abundante agua para combatir el calor húmedo.
Antes de afrontar el último tramo, nos encontramos con una cueva poca profunda que alberga una larga estatua de Buda de 12,5 metros. La cabeza y el torso de Buda fueron destruidos por cazadores de tesoros en los años 60, pero la estatua ha sido reconstruida.
ÚLTIMO TRAMO, ESCALANDO ENTRE LAS ROCAS Y CON UNA RECOMPENSA FINAL
De repente, en el final del trayecto, las escaleras desaparecen y hay que escalar, literalmente, entre las rocas para llegar a la cumbre, pero la recompensa final mitiga el esfuerzo, una amplia terraza con unas magníficas vistas panorámicas de la Roca del León y la frondosa vegetación que la envuelve, un paisaje de ensueño, difícil de olvidar y que compensa la dura ascensión.
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