México es amor a primera vista, no es difícil sentirse atraído por este país nada más llegar. México es un país inmenso, difícil de abarcar, con muchos atractivos que hacen complicado elegir la ruta y descartar lugares que visitar, aunque también es su punto fuerte, tanto que ofrecer que abruma. Pero también es un país lleno de historia, de luz y color, amenizado por su música que te acompaña siempre, sus gentes , sus pueblos indígenas, sus mercados, su gastronomía, su cultura y tradición y su naturaleza, conforman un pequeño adelanto de este viaje.
Nuestro idilio con México comenzó en su capital, Ciudad de México, solo tuvimos tiempo de visitar el centro histórico, pasear por la Alameda, el pulmón de la ciudad, admirar el Palacio de Bellas Artes, coronado con su preciosa cúpula y el Postal con su majestuosa escalinata, museos como el de Diego Rivera, con su inmenso mural, caminar por la animada Avenida 5 de mayo hasta el zócalo, inmenso, como es la ciudad. Utilizamos el metro para desplazarnos hasta Plaza Garibaldi, habíamos leído sobre la inseguridad de este medio de transporte, la presencia policial y las debidas precauciones nos llevaron a destino sin contratiempos. Plaza Garibaldi es sinónimo de mariachis, música y sabor, puro México, la oferta gastronómica es variada entre los restaurantes que se ubican en la plaza o los que alberga el Mercado de San Camilito.
Desde México DF, visitamos Teotihuacan, el lugar donde los hombres se vuelven dioses, su significado en nahuatí, dado por los aztecas cuando se establecieron en ella. La zona arqueológica es impresionante, no decepciona. Caminar por la calzada de los Muertos entre la Pirámide de la Serpiente emplumada, decorada con imágenes de la deidad, con la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, es un viaje único a otro tiempo.
Nuestra siguiente parada fue Querétaro, su centro histórico colonial salpicado de casas y palacios, antiguos conventos e iglesias, bien conservados, sus bellas plazas rebosantes de historia, su impresionante acueducto de 74 arcos, icono de la ciudad, son solo algunas pinceladas de lo que depara la ciudad.
A una hora en bus se encuentra
Peña de Bernal, un pueblo mágico, dominado por el tercer monolito más grande del mundo, su plaza principal presidida por el templo de San Sebastián es otro de los encantos del pueblo, enmarcado por un cuidado jardín, y en el que puedes degustar sus especialidades, las gorditas, el pan de queso, o probar el mezcal.
Nuestro siguiente destino fue Guanajuato, ciudad colonial y viva gracias a su Universidad, un óleo multicolor, con sus casas pintadas de vivos colores colgadas de sus caprichosas laderas, que se asoman al laberinto de callejones que recorren la ciudad, llenos de leyendas e historias que contar como el del Beso. Su bullicioso mercado se ubica en un bello edificio proyectado como estación de ferrocarril.
Desde Guanajuato nos acercamos a San Miguel de Allende, la joya colonial de México, su pequeño y bien conservado centro histórico es un museo al aire libre, caminar por sus adoquinadas calles, flanqueadas de casonas con patio interior porticado y presidido por una fuente, como la del Canal, que conserva sus impresionantes puertas originales y que nos recuerda el rico legado español ,atravesar sus plazas, presididas por hermosas iglesias con portada churrigueresca y alguna rematada en forma de concha como la de Nuestra Señora de la Salud , testimonian su importancia histórica y su legado revolucionario. Y nos descubren una ciudad mágica, teñida del color terracota que baña sus edificios.
La ruta nos llevó hasta Puebla, a la sombra del volcán Popocatepeli, la ciudad se desarrolla en torno al zócalo que concentra los principales edificios y su Catedral y desde el que se llega a los atractivos principales. Su espectacular Biblioteca Palafoxiana o caminando por la concurrida Avenida 5 de mayo que nos lleva al Templo de Santo Domingo, que esconde una joya, la impresionante Capilla del Rosario. Y finalizar en el callejón del Sapo, jalonado de casas coloniales pintadas en alegres colores.
Terminamos nuestro viaje en Oaxaca, allí todo se mueve al ritmo de la tradición, como la Calenda, una especial celebración con música, baile y donde no pueden faltar gigantes, zancudos y mujeres vestidas con el traje tradicional de la que fuimos testigos privilegiados, pero sin renunciar al presente y de la mano de su naturaleza y el sabor de su gastronomía.
Su centro histórico, plagado de edificios coloniales, su animado zócalo, lleno de vida y alegría, al que se asoma la Catedral y un poco más alejado el templo de Santo Domingo, con un espléndido interior barroco, un espectáculo de dorados, pinturas y relieves.
Pero no nos podemos olvidar de la gastronomía, el centro está salpicado de mercados, donde adquirir productos locales o degustar sus platos, como el Mercado 20 de noviembre, allí podrás probar el mole, las tlayudas o el mezcal, el toque de sabor que completa la ciudad, en el que el café y el cacao, se unen para aromatizar sus calles.
Los domingos hay que visitar el Mercado indígena de Tlacolula, un arcoiris de formas y colores en sus puestos, que se mezcla con el colorido de los trajes de las indígenas que pueblan el mercado. En sus puestos se puede adquirir cualquier producto desde artesanía hasta cal. Abundan los puestos de comida, frutas o verduras y se puede degustar alguna especialidad como el zapote negro, una fruta que ya conocían los mayas y los aztecas.
Otro atractivo cerca de Oaxaca es Hierve el Agua, la aventura comienza nada más llegar a Mitla, punto desde que parte el transporte hacia allí y ya es en sí, un aperitivo de lo que nos esperaba. Un espectáculo de la naturaleza, un paisaje de cascadas petrificadas, formadas hace millones de años por escurrimientos de agua con alto contenido en minerales procedente de los manantiales que están en lo más alto de los barrancos, escondidas entre montañas en un entorno de pozas naturales de color azul turquesa en medio de una naturaleza desbordante.
Monte Albán, a 8 km de Oaxaca, es la antigua capital de los zapotecos, hoy es un área arqueológica con varias pirámides que albergan templos ceremoniales como el Patio Hundido y que se articula en torno a la gran plaza, el corazón de la ciudad, dividido en las plataformas norte y sur, donde se ubican los observatorios astronómicos, fundamentales en las sociedades prehispánicas por su vinculación con la agricultura y la Galería de los Danzantes, donde aparecen piedras grabadas con figuras humanas en posiciones dinámicas, con prominentes narices y labios que representaban a jefes de otras tribus, vencidos, cautivos y sacrificados, una forma de exhibir el poder militar de Monte Albán. La zona está rodeada de una naturaleza excepcional, entre valles y montañas.
Un itinerario muy interesante y los paisajes son impresionantes. Tiene que ser sobrecogedor ver la pirámide de Teotihuacan en persona y las vistas desde ahí deben de ser una locura, aunque claro, la pirámide del Sol se tardan como 90 minutos en subirse, por lo que más vale estar en buena forma.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Teotihuacan y México en general merecen mucho la pena, al ser un país tan enorme hay que seleccionar bien el itinerario.
EliminarVictor, en cuantos días hicieron este recorrido? Rentaron auto? Ya lo copie para mi familia en las próximas vacaciones!
ResponderEliminarGrcias por tu amable respuesta.
Hola, gracias por tu comentario. Te comento, la ruta que hicimos por México fue de 15 días y nos movimos en autobús, que por cierto funciona muy bien. Un saludo
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