El viaje por Chipre nos iba a llevar desde Larnaca al norte de la isla. Caminando por la calle Stoa, en Nicosia, es visible la línea verde que separa la República de Chipre de la República turca del Norte de Chipre y divide también su capital. Atravesamos la frontera terrestre para visitar la parte norte ocupada por los turcos desde 1974, Famagusta, que conserva vestigios de su rico pasado y la ciudad fantasma de Varosha y la bella ciudad de Kyrenia, al abrigo de su antiguo puerto veneciano. Días más tarde, regresaríamos a la parte greco chipriota para visitar Pafos y sus bellos mosaicos de la época romana. La montaña de Troodos fue el broche final del viaje, una carretera estrecha y serpenteante nos conduce hasta lo más alto, salpicada en el camino de monasterios ortodoxos centenarios y amplios miradores con increíbles vistas.
Comenzamos la visita a Chipre en Larnaca, conocido por su lago salado enmarcado con la bella silueta de la mezquita Hala Sultan Tekke, un paseo bordeando el lago nos conduce a la mezquita, su interior es muy sencillo. En uno de los extremos del lago pudimos contemplar, desde la distancia, la hermosa imagen de los flamencos rosas, que en esta época del año buscan el clima benigno de Chipre.
Pero Larnaca no sólo es el lago salado, su pequeño casco antiguo guarda la iglesia de San Lázaro, una joya bizantina del siglo IX, su interior conserva un cuidado iconostasio de madera y las reliquias del santo en un relicario de plata.
Nicosia, sería nuestra base para visitar el norte de la isla. Atravesamos la frontera, pasando el control provistos de DNI y adentrarnos en la zona norte, para ser testigos de una extraña combinación de una población turco chipriota, minoritaria y una gran mayoría de población procedente de Turquía. En Nicosia norte destaca la antigua catedral gótica de Santa Sofía, hoy reconvertida en mezquita Selimiye, a pesar de encontrarse cerrada y con andamios pudimos admirar su imponente fachada gótica a la que se añadieron dos minaretes. Y dos antiguos caravasar restaurados, Kumarcilar Han de finales del siglo XVII y Buyuk Han de mayor tamaño, perteneciente a la época otomana y que albergaba 68 habitaciones.
Una de las visitas más esperadas del viaje a Chipre era Famagusta y el barrio de Varosha. Famagusta ciudad amurallada, conserva vestigios de su ricado pasado durante los periodos de Lusignan y el veneciano. Atravesamos la puerta Ravellin, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad amuralladas para adentrarnos en la ciudad antigua, la plaza del Proveditore, por desgracia sólo se conservan las ruinas del antiguo Palacio Veneciano de 1522 : la fachada en triple arco y el escudo de armas de un capitán veneciano, Giovanni Renier. Lo más impresionante de Famagusta es su catedral de San Nicolás, de estilo gótico, hoy también reconvertida en la mezquita Pacha Lala Mustafa y a la que se añadió un minarete. La catedral era el lugar donde se coronaban a los reyes de Lusignan.
Seguimos el camino paralelo al puerto para visitar la ciudad fantasma de Varosha. En los años 70 era un destino turístico de primer orden, pero todo cambió de un día para otro, con la invasión turca de 1974 sus habitantes tuvieron que abandonar precipitadamente sus viviendas. Desde hace poco tiempo Erdogan, el presidente turco permite su visita, recorrimos sus calles vacías sólo interrumpidas por el paso de vehículos de la ONU y de las bicicletas que se pueden alquilar por 30 liras, contemplando el estado ruinoso de casas, hoteles y negocios. El tiempo se detuvo para siempre. La ONU prohíbe habitar o edificar hasta que sean devueltos a sus legítimos propietarios. Es una visita que impresiona y no deja indiferente a nadie.
Kyrenia fue una de las sorpresas del viaje a Chipre, perderse por las estrechas callejuelas del casco antiguo, que recuerdan mucho a las ciudades isleñas griegas, salpicado de mezquitas como la de Aga Cafer Pasa, otomana del siglo XVI, considerada la más antigua de Chipre y templos cristianos como la iglesia anglicana de St Andrew y la de San Miguel con su esbelta torre campanario de color blanco que se alza sobre el cielo de Girne, como se conoce a Kyrenia en turco.
Asomarse al antiguo puerto veneciano, nos hace viajar en el tiempo, sus edificios conservan las casas y almacenes de la época veneciana al abrigo del imponente castillo. Merece la pena pagar la entrada para visitar el castillo, no sólo por las vistas de la bahía, sino por el Museo Shipwreck, que guarda un barco que transportaba 400 ánforas allá por el año 306 AC y que fue descubierto en la costa de Kyrenia en 1967.
Dejamos atrás la parte turco chipriota para cruzar de nuevo la frontera y dirigirnos a la turística ciudad de Pafos, que conserva dos yacimientos arqueológicos Patrimonio de la Humanidad, Kato Pafos y la tumba de los Reyes. Caminamos hacia el puerto donde se encuentra el recinto de Kato Pafos, 4.50 euros la entrada, y que conserva en muy buen estado los mosaicos de los suelos de cuatro villas de la época romana. Aion con seis escenas de mosaicos, Teseo en la que destacan la escena mitológica de la lucha entre Teseo y el minotauro y el nacimiento de Achilles, Dionisio, que guarda varios mosaicos que representan escenas de la vida mundana como la caza y mitológicas y la casa de Orfeo aunque sus mosaicos se encontraban en periodo de restauración y no pudimos admirarlos.
El broche final del viaje fue la montaña de Troodos, una carretera estrecha y serpenteante nos conduce al monasterio Chrysoroyiatissa, del siglo XII, en la que destaca el bello iconostasio de madera y el púlpito y al monasterio de Kykkos, el más conocido, que destaca más por su magnífico emplazamiento en la montaña de Troodos que por la belleza del monasterio, dentro de sus muros conserva la Iglesia, del siglo XVIII, que guarda un icono de la Virgen María sujetando en brazos al niño Jesús, según la tradición fue pintado por el apóstol Lucas.
Dejamos atrás el monasterio de Kykkos para hacer una parada en un mirador presidido por una enorme Cruz, que se yergue cerca de la villa de Pedoulas, con las mejores vistas del Valle Marathosa y del monte Olimpo, con 1952 metros es el pico más alto de Trodoos y de Chipre y hasta se puede contemplar la bahía Morphou en la parte turco chipriota.
Finalizamos el recorrido visitando el pueblo típico de Omodos en la zona vinícola de Alfames, que guarda el monasterio de la Santa Cruz. Sus calles empedradas conducen al corazón del pueblo, donde se concentran las animadas terrazas, rodeadas de tiendas donde adquirir productos típicos.
Genial, Víctor y Ali!! Lo hicísteis todo con transporte público? Cuántos días le dedicásteis? Un abrazo
ResponderEliminarHola !!
EliminarMuchas gracias por el comentario !!
Estuvimos seis días y nos movimos siempre en transporte público, autobuses en la parte sur y mini buses en la parte norte ( no hace falta ir a la estación de Nicosia, los mini buses salen junto a un parque situado al lado de la Puerta de Kyrenia ).
Un abrazo !!
Muchas gracias!!! Un abrazo
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